LA CARTA INVERTIDA
(PARTE II)
ADRIANA CANABAL
EL-ESTANTE/HISTORIAS DIGITALES
Ilustraciones y armado de tapa: MACTOON
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1º Edición, setiembre del 2018
ISBN :978-987-4940-9-4
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
Cantidad de ejemplares: 20.-
María Adriana Canabal
2018, Ediciones El Estante/Historias Digitales
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Canabal, María Adriana
La carta invertida / María Adriana Canabal ; ilustrado por Mactoon. – 1a ed . – Ciudad Autónoma de Buenos Aires : El Estante, 2018.
CD-ROM, PDF
ISBN 978-987-4940-09-4
- Narrativa Fantástica. 2. Novelas Fantásticas. I. Mactoon, ilus. II. Título.
CDD A863
Fecha de catalogación: 17-09-2018
MÉZCLESE BIEN ANTES DE LEER
EL ORDEN ES UNA NECESIDAD ESPACIO-TEMPORAL.
Luna Creciente, bajo el signo de El Centauro Arquero, de otro año más de la Eternidad.
Me gusta mi nuevo compañero… es cálido.
Observa las cosas que hago como si quisiera aprenderlas, pero es poco lo que un alma gatuna puede llegar a aprender sobre alguien como yo. Eso no deja de convertirlo en un compañero ideal: me sigue incondicionalmente a todos los sitios.
Al principio he tenido que enseñarle ciertas cosas. Llegaba a los bordes de las cornisas y se detenía temeroso, con sus maullidos chillones de cachorro me reclamaba, me llamaba a su impotencia.
Yo sonreía divertida ante su desconcierto, aún no se había dado cuenta de su muerte, aunque por cierto, creo que jamás lo sabrá.
Yo lo llamaba y le decía que me siguiera.
Su patita entonces tanteaba el aire vacío y volvía a mirarme esta vez con un llanto más profundo, con un llamado más desgarrante.
Yo volvía sobre mis pasos en el aire y falsamente molesta, lo retaba diciéndole que estaba muerto, que podía hacer lo que quisiera… pero su almita de gato no me entendía.
Entonces me agachaba y lo recogía, lo envolvía en mis brazos y lo apretaba contra mi seno etéreo, desplegaba mis alas, llena de majestuosidad y de pompa… y me lanzaba al espacio.
Él clavaba sus delgadas garras en mi carne transparente, asustado, hecho un ovillo tembloroso contra mi pecho. Pero, poco a poco, ha comenzado a relajarse envuelto en la protección de mi ser oscuro.
Allí abajo, las ciudades semejan constelaciones caprichosas, estallidos de fuegos artificiales; los mares, espejos plateados avejentados; las llanuras, retazos de géneros negros emparchados.
Sus bigotes de materia etérica se aplastan hacia atrás, levemente movidos por la brisa de mi vuelo, sus ojos se clavan en todo con una visión doble y enigmática.
Las luces en el Cielo y en la Tierra parecen formar parte de una misma inmensidad nocturna.
Yo vuelo entre las nubes y sobre el viento, por encima de los vivos, los durmientes y los que yacentes.
Vuelo ya no por mí ni porque sí, vuelo con ese pequeño vellón con ojitos luminosos, lleno de curiosidad y de sorpresa gatuna adherido a mi pecho hueco.
…Y mi corazón, silencioso durante tanto tiempo, late otra vez.